🦁 A los leones
El plan le ha salido regular al PP, pero Pablo Casado sobrevive (de momento) a las fieras.
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👋🏻 Saludos, votantes,
A estas alturas ya habrás leído y escuchado todos los análisis posibles sobre lo sucedido en Castilla y León. La verdad, preferí mandarte esto un martes para tener una visión sosegada de todo en lugar de sacar una fotografía apresurada de madrugada. Igual a la que leas esto ya no te interesa Castilla y León. Y justo ese es el punto donde vamos a empezar.
Al lío 👇🏻
⏮️ Punto uno: dónde íbamos
Si lees este boletín es porque en cierto modo te interesa la política. Pero aun así es posible que no recuerdes haber vivido jamás con tanto interés unas elecciones en Castilla y León, salvo que seas de allí. Y esa es la cuestión: en el panorama nacional esta región importa más bien poco, y en apenas unos días volverá a desaparecer de los titulares.
Como sucedió con la moción de censura fallida de Murcia, la política nacional devora eventos. No importa dónde suceden, ni cuáles son los problemas o necesidades que tengan: sólo se interpretan en función de si suman o restan activos a los contendientes a nivel nacional. Por eso en estos días aparecían artículos por ahí explicando que, efectivamente, la autonomía no tiene capital oficial ni tampoco diputados autonómicos, sino procuradores. Vaya, que fuera de la región casi nadie sabe nada de la región.
¿Y eso por qué? Porque en esta política nuestra sólo interesa lo que hace ruido. Interesa Madrid, interesa Cataluña, interesa País Vasco y, en función de los acontecimientos, pueden interesar algunas regiones que sirvan para apuntalar discursos nacionales. Así las cosas ha tocado hacer pedagogía en estos días para entender cierto contexto: en términos generales Castilla y León es la autonomía más grande y más rural (es decir, con menos ciudades), con zonas de bajísima densidad poblacional, de voto bastante conservador ya desde 1991 y con problemas galopantes de vaciamiento. Así ha votado históricamente:
Pero, a decir verdad, Castilla y León no hay sólo una. Hay un norte con reminiscencias mineras y sindicales que mira más a la izquierda, zonas donde hay cierta pulsión identitaria y un gran sentimiento de falta de cohesión. Por contra, hay un sur mucho más conservador, en contacto más estrecho con las dinámicas de Madrid y de tradición -digamos- más mesetaria. Y esas variables se notan, y mucho, en los mapas electorales: la izquierda tiene tirón en el norte, la derecha en el sur y los movimientos contra el vaciamiento calan allí donde éste es más notorio, como ha sido el caso de Soria.
⏸️ Punto dos: dónde estamos
El resumen corto es que ha ganado el PP, como casi siempre en esta región, subiendo dos procuradores, y lo hace a costa del PSOE, que se deja siete. Por el camino se derrumba Ciudadanos (pierde once, todos menos uno), emerge Vox (suma doce al que tenía), languidece Podemos (cae uno, tenía dos) y crecen bastante las fuerzas regionales (de dos partidos con un procurador pasan a ser tres con ocho).
El contexto es que estas elecciones se convocaban porque el PP aspiraba a lograr mayoría absoluta para no necesitar el apoyo de Ciudadanos para gobernar. Suponían que, como pasó en Madrid, absorberían sus escaños y harían innecesario el apoyo de Vox, por lo que avanzarían en su cruzada para reunificar a la derecha. El resultado, sin embargo, es otro: ganan, pero pasan a depender de un oponente fuerte como Vox en lugar de poder manejar a un socio débil como Ciudadanos.
Por formaciones, un análisis de situación podría ser algo así:
🔵 Mañueco quería ser la Ayuso de 2021 pero se ha quedado en el Artur Mas de 2015: iba a por una mayoría para aglutinar el voto y se ha quedado casi igual. Ha ganado, sí, pero dependerá de otros para gobernar… y en peor posición de la que tenía. En clave nacional Casado sobrevive, pero con arañazos. Las fieras internas afilan sus garras.
🔴 La victoria del PSOE en 2019 fue tan excepcional que su derrota de ahora parece un fracaso mayor de lo que es. Sí, se han dejado siete asientos, pero no deja de ser previsible en las circunstancias actuales. El resultado es, eso sí, un serio aviso para Ferraz: hay cierto desgaste, un evidente vaciamiento de poder en las federaciones territoriales y, sobre todo, un derrumbe importante de sus socios necesarios.
🟢 Estas elecciones han supuesto una actualización de los resultados: Vox es la tercera fuerza a nivel nacional, por lo que es normal que lo sea también aquí. Crece mucho en procuradores, pero esta fotografía es mucho más veraz que la que había en las urnas de hace tres años. La idiosincrasia autonómica (rural, vaciada, antielitista) hacían que fuera terreno abonado para ellos. Su lema ha sido “Siembra”. Veremos si ahora viene la siega.
🟠 Sólo hay una cosa tan rápida en estos últimos años como el crecimiento de Vox: el derrumbe de Ciudadanos. En Madrid pasaron de cogobernar con 26 de 136 escaños a desaparecer. Aquí han pasado de cogobernar a mantener un único procurador (tenían 12 de 81). Sólo les queda Andalucía en el tablero antes de abandonar la partida. Llama la atención que su caída es casi proporcional a la subida de Vox, lo cual no implica un trasvase directo de votos… pero sí que aceleraron tanto en su carrera hacia la derecha que muchos electores no han sabido frenar en el PP y han acabado saliéndose de la pista.
🟣 Podemos, como le sucede a Ciudadanos, ha sido y es un partido eminentemente urbanita. Ambas formaciones son fuertes donde hay zonas obreras, PAUs de clase media con aspiraciones y cierto debate desapegado del terruño. Por eso un mal resultado no era una sorpresa, pero sí un aviso a navegantes: el cambio de ciclo para los morados depende de que fragüe de verdad el proyecto alternativo que lleva meses dibujando la vicepresidenta Yolanda Díaz. Y ese proyecto no puede tener tracción si es incapaz de sumar más allá de los límites de las grandes ciudades. La izquierda alternativa necesita volver al campo y a las minas si quiere tener más futuro que pasado.
⚫ Estas eran unas elecciones para esa ‘España Vaciada’ de la que hablamos hace algunas semanas. Conscientes del riesgo que suponía para sus intereses, el PP decidió adelantar los comicios por sorpresa para que no les diera tiempo a madurar una estructura y eso se ha notado. Pese a ello han crecido, y mucho, sobre todo en las zonas más ‘vaciadas’, como por ejemplo Soria. Va a ser difícil que se pueda articular un movimiento nacional único con tantos intereses e ideologías cruzadas en su seno, pero parece evidente que la pujanza de un montón de pequeños partidos locales pueden hacer la gobernabilidad aún más complicada de lo que ya es.
Por cierto, lo de Soria ¡Ya! lo vio venir la exvicepresidenta del Gobierno
⏭️ Punto tres: a dónde vamos
Pablo Casado no ha sido devorado por los leones, pero ya sólo le queda una bala: o consigue ganar las elecciones generales del año que viene o difícilmente sobrevivirá a las fieras que le acechan. La más grande de ellas es interna, y es Ayuso. Y no lo es por su popularidad, tirón o apoyos internos: sencillamente es la única que hoy en día es capaz de cazar en el coto de Vox sin perder apoyos hacia un Ciudadanos que en buena parte ella ha destruido.
Y es que había tres derechas y ya sólo quedan dos, pero la mala noticia para Génova es que la otra es bastante fuerte. Y en este punto vuelve la duda: ¿mejor atraerla o derrotarla? Lo primero es peligroso y lo segundo se antoja complicado. ¿Es más deseable para los intereses del PP gobernar con ellos y entregarle el centro a la izquierda o avenirse a lo que hacen sus socios comunitarios y levantar un cordón sanitario, aunque eso le impida gobernar?
Para responder a esas preguntas hará falta conocer dos variables. La primera es si el fenómeno Ayuso aguantará hasta el año que viene (antes de las generales habrá autonómicas), lo cual no sólo dependerá de sus rivales externos sino también de ver si Casado es capaz de debilitarla (si quiere, si puede y si se atreve). La segunda tiene que ver con el desgaste del PSOE y su capacidad de crecer sin que eso acabe por borrar del mapa a sus socios, con los que compite pero a los que necesita. Las variaciones de asientos no ya por partidos sino por bloques es bastante elocuente.
Y esa es la última clave que se dibuja ahora en el escenario, porque parece que 2022 puede marcar el final del ciclo que empezó en 2014. Tanto Podemos como Ciudadanos se están derrumbando, cada uno eso sí a su ritmo y con distintas previsiones de futuro: los primeros aún tienen peso en el presente y una esperanza de futuro, mientras lo segundos pelean contra todos para evitar lo que parece encaminarse a una inexorable desaparición. Pero es evidente que ahora mismo ninguna de las dos fuerzas pugna por nada más que elegir a qué partido tradicional dar su apoyo cuando no hace demasiado venían a desalojarles del poder.
Con distintos equilibrios por partidos, pero quizá el dibujo que queda de los bloques izquierda-derecha en Castilla y León no sea muy diferente a lo que pueda darse en otros territorios en los próximos meses. Y no dibuja un escenario en el que la derecha caiga tanto (porque el derrumbe de Ciudadanos se compensa con la eclosión de Vox), sino uno en el que la izquierda cae más (porque el PSOE no cae tanto, pero Podemos sí).
🤔 Uniendo los puntos
El sábado te volveré a escribir, y apostaría a que para entonces ya casi nadie habla de Castilla y León y casi todos lo harán en clave nacional -si es que alguna vez se ha hecho otra cosa-.
Según el plan de Génova a estas alturas deberían haber tumbado la reforma laboral con los votos de UPN y ganado estas elecciones con mayoría absoluta para poder estar azuzando al Gobierno con la idea de un profundo cambio de ciclo político. Entonces adelantarían elecciones en Andalucía para evidenciar la debilidad del PSOE en su feudo histórico y empezarían a engrasar la maquinaria electoral pidiendo la disolución de las Cortes. Pero el plan ha fallado.
Toca recalcular la ruta y ver el siguiente destino: ¿Andalucía? ¿Comunidad Valenciana? ¿Ninguno de los anteriores?
Te escribo el sábado 👋🏻