💔 Esperando a Godot
Feijóo emerge, tras muchos años de espera, como el salvador del PP. Pero, ¿puede serlo?
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👋🏻 Saludos, votantes,
Cuando construyes tu discurso político sobre pulsiones y no sobre argumentos no debe extrañarte si acabas devorado por pasiones y no por razones. En la carta del martes, además de analizar la última batalla de la guerra política que vive el PP desde 2008, introducía una pregunta de futuro: una vez ajusticiado Pablo Casado, ¿de verdad puede ser Alberto Núñez Feijóo el líder que se necesita para recomponer al centro-derecha?
Al lío 👇🏻
😶🌫️ Punto uno: entre nieblas
En alguna ocasión me he referido al presidente de la Xunta como el ‘Godot’ del PP. Es el barón al que todo el mundo lleva años esperando dentro del partido, pero que hasta ahora no se ha decidido a dar un paso adelante. Tan gallego como Rajoy, ni cose ni descose y habla siempre entre nieblas del norte. Y aquí siguen, esperando.
¿Por qué es tan valorado? Porque es un barón poderoso. No es casual que Galicia sea la tierra de las grandes figuras de la derecha patria. Uno fue un dictador. Otro un jerarca de la dictadura que supo reconvertirse hasta acabar siendo un padre de la Constitución y después el fundador de un gran partido democrático. El tercer referente, el más parecido a Feijóo, un tecnócrata poco dado a los sobresaltos que llegó a la Moncloa y llevó al partido a sus mayores cuotas de poder.
¿Y por qué Feijóo puede ser el cuarto? Porque es el guardián de las esencias. Un perfil en apariencia moderado, aunque otros muchos lo parecieron antes que él y luego no lo eran. Conservador, sin estridencias y, sin duda, un líder efectivo: es el único que gobierna con mayoría absoluta en estos tiempos de fragmentación, y lo hace en la única región en la que el bipartidismo está más fuerte ahora que hace ocho años, antes de Podemos y Ciudadanos. Y ni que decir tiene que es gracias a su tirón.
En la Galicia de Feijóo ni Vox, ni Ciudadanos existen. La derecha es una, y aunque conservadora en la gestión, es moderada en comparación con lo que se cuece en otras administraciones donde el voto de los de Abascal es necesario. Tampoco existe Podemos, ahogado tras la zozobra de sus mareas. Sólo el PP, el BNG y el PSOE. Las cosas son como eran antes, como han sido toda la vida. Imposible un reclamo mejor para un marianista, aunque en este caso sea un marianista con carisma.
Feijóo sucedió a Fraga en 2009 después de que éste perdiera el poder en aquel breve lapso en el que la izquierda se coaligó en la Xunta. Desde que tomó el relevo, y van cuatro elecciones, siempre ha gobernado con mayoría absoluta. Y lo ha hecho cuando las cosas han ido bien para el partido -Rajoy logró la mayoría absoluta en 2011- y cuando le han ido mal -la moción de censura y las traumáticas primarias fueron en 2018-. Pasara lo que pasara, Feijóo ha sido una roca.
Y eso hace a Galicia, y por extensión a Feijóo, tan especial. Es el vivo retrato de las cosas que eran antes: una ‘gran casa para el centro-derecha', que decía Casado. Y sin golpes de timón, guiños a los extremos ni excentricidades, que es precisamente en lo falló Casado en su tarea de reunificar a la derecha.
🐸 Punto dos: ¿saldrá rana?
Galicia es al PP lo que Andalucía al PSOE: su bastión… y, como ella, no está exenta de sobras. En concreto, las sombras sobre la forma en que se financió el partido en los nebulosos años de la Transición, cuando aglutinó a la derecha caída en desgracia y Fraga lideró el proceso llevando a cabo su propia reconversión. Su paso al lado y la refundación que encumbró a Aznar unos años después tendría que ver con la necesidad de convertirse en un partido homologable a un sistema democrático, también en sus cuentas.
Todo esto lo introduce bastante bien Nacho Carretero en su ‘Fariña’, un libro clave para entender la transición de la derecha patria, luego ‘traducido’ a otros formatos, por si te son más accesibles:
📖 Fariña, el libro (Libros del KO)
📺 Fariña, la serie (Netflix)
💬 Fariña, el cómic (Universal Cómics)
Y esas sombras también alcanzan a este candidato tan ideal. Porque, aunque Feijóo lleva años en las quinielas, si no ha dado un paso antes es por una sombra bien grande que reveló el diario El País en 2013: era amigo cercano de Marcial Dorado, miembro destacado del ilustre narcotráfico gallego, en el último lazo conocido entre ambos mundos. Y podría haber más.
De hecho, un par de años después Feijóo amagó, pero fue en falso. Parecía que se disponía a poner rumbo a Madrid. Fue durante su discurso en el Debate sobre el estado de la Autonomía, cuando emocionado hasta las lágrimas dijo algo que sonó a despedida. Más que nada, porque si no la emotividad no se entiende:
"Gracias por todo, Galicia. En nombre de todos los que formamos parte de este Parlamento y tenemos el privilegio de ser los representantes de un pueblo que hace historia. Gracias por permitirme el honor de ser presidente en el momento más difícil y también ahora, en el más ilusionante"
Pero Feijóo, como el AVE, no estaba listo en aquel momento para poner rumbo a Madrid. Tampoco en 2018, cuando cayó Rajoy. Llorando, de nuevo, dijo que no podía "fallar a los gallegos porque sería también fallarme a mí mismo”. La versión oficial dice que temía ser devorado en las brasas políticas nacionales, pero la oficiosa apuntaba a que Sáenz de Santamaría, que era la gran favorita si él no se presentaba, guardaba un dossier con más información comprometedora que podía tumbar su carrera.
Caprichos del destino: en aquel congreso del PP, en el que elegían líder por primera vez a través de primeras abiertas, pasó lo del PSOE cuando entronizó a Zapatero sobre un favoritísimo José Bono. Sáenz de Santamaría y Cospedal se destruyeron entre ellas y abandonaron la política. Ganó Casado… y, mientras, Feijóo siguió a lo suyo, sumando mayorías. Un par de años después Jordi Évole entrevistó a Dorado, que intentó limpiar la imagen pública de quien fuera su amigo. La hemeroteca, sin embargo, es tozuda.
Aún hoy, con la exvicepresidenta retirada en el lucrativo mundo empresarial, la sombra de la duda sigue sobre Feijóo. Parafraseando a Esperanza Aguirre, podría salirle rana a un PP que justo lo que necesita es disipar las sombras sobre la corrupción.
👻 Punto tres: quedan fieras
Hay otra razón detrás de que Feijóo no haya dado el paso hasta ahora, una de esas que él nunca ha verbalizado pero en la que todos los cronistas coinciden: no quiere riesgos. Como buen gallego, no es partidario de exponerse a unas primarias en las que compita con otros que puedan derrotarle. Quiere ser elegido por aclamación. Como en su día Susana Díaz, pero con mejor desenlace.
El problema es que, además de ranas (que las hay), en el PP quedan fieras. Como mínimo una, y grande: Isabel Díaz Ayuso, que sigue deslizando titulares ahora que el foco está en la guerra de Ucrania y no en la de Génova. Ahora es su aliada, porque el espaldarazo de Feijóo ha sido necesario para derrocar a Casado, pero no parece que pueda confiar en su lealtad, visto lo visto. Es más, ¿quién garantiza que Feijóo dé el paso y se encuentre con una candidatura alternativa en el congreso? O con una revuelta similar a esta en unos meses…
Dicen que el pacto entre ambos consiste en que él dirija el partido y sea el candidato, y ella acepte su desembarco, seguramente a cambio del control del PP madrileño. Visto lo visto, también con Gallardón, Aguirre o Cifuentes, eso es pan para hoy y hambre para mañana para todo líder del partido: la Comunidad de Madrid es una poderosísima plataforma de marketing. Ya se sabe, Madrid es “España dentro de España”.
Hay, de nuevo, varios interrogantes sobre el futuro inmediato. Uno, fundamental, es si la lenta Justicia acabará haciéndole el abrazo del oso a la presidenta madrileña. Es decir, si efectivamente Casado tenía razón y los contratos son jurídicamente reprobables, además de políticamente cuestionables. Un futuro en el que Ayuso fuera una baronesa poderosa, o incluso la lideresa del partido, y la Justicia la condenara supondría acabar de rematar al PP.
El segundo interrogante es incluso más cercano: cómo van a maridar ambos perfiles bajo el mismo techo si representan posturas en apariencia antagónicas. Feijóo entronca con el estilo conservador de antes, y como tal batallaría por el centro, a donde han ido viajando dos de sus aliados, Esteban González Pons y Juan Manuel Moreno Bonilla. Ayuso es más del estilo de esa nueva derecha internacional, la que pactaría con Vox o le disputaría el electorado, según se diera. El PP necesita ambas cosas, pero se antoja imposible hacer las dos a la vez sin que estalle una nueva guerra de facciones. Por eso la clave del futuro del partido no pasa por preguntarse ‘ahora qué’, sino más bien ‘ahora quién’. ¿Feijóo? ¿Ayuso? ¿Ambos?
💭 Punto cuatro: me despido
Quién sabe, quizá en esto la Justicia sea la mejor aliada del gallego (si finalmente da el paso), y sirva para desarticular a su ahora aliada antes de que se convierta en oponente. En cualquier caso, no hay que descuidar un detalle en sentido contrario: ninguno de los citados tiene escaño, así que no podrían ejercer de líderes de la oposición desde el Congreso, lo cual es un problema importante... menos para Ayuso, a la que no le ha hecho falta hasta ahora porque Madrid, ya se sabe, es España dentro de España.
Por cierto, en esta nueva política eso de liderar la oposición sin escaño tampoco es nuevo: es la misma situación que enfrentó Pedro Sánchez cuando renunció para preparar la batalla contra Susana Díaz. Eso precisamente hizo necesario un ‘apaño’ durante la moción de censura que le convirtió en presidente. Y de momento ahí sigue, viendo pasar las cabezas de todos sus rivales durante estos años. Veremos si sigue así o cambian las aguas tras la marea gallega.
Descansa, el lunes te escribo 👋🏻