đ Tocan a muerto por el procĂ©s
Cuatro sucesos en apenas dos semanas muestran que el procés agoniza (por ahora).
âïž 1.700 palabras â±ïž 12 minutosÂ
đđ» Saludos, votantes,
En apenas unas semanas se han sucedido algunos eventos, en apariencia inconexos, que marcan el final de un ciclo polĂtico intenso en Cataluña. Tras mĂĄs de una dĂ©cada de tensiĂłn soberanista, y tras el enorme desgaste vivido, todo hace indicar que el procĂ©s ha terminado. Al menos de momento.
El final del procés se ha anunciado como los campanarios en los pueblos anuncian el fallecimiento de un vecino: tocando a muerto.
Al lĂo đđ»
đ”đ» Punto uno: espĂas, sondeos, soldados e himnos sin letra
Que Esquerra y lo que fue ConvergĂšncia se llevan mal no es noticia. Y no es que sean formaciones de signo contrario opuesto, es que hay mutua desconfianza. Lo contaba bien Toni Aira, que fue parte del equipo de Junts pel SĂ, en un artĂculo que publiquĂ© hace unos meses:
âHa habido siempre animadversiĂłn importante del universo de ERC hacia el convergente, al que acusaban de tratarles con condescendencia, como el hermano pequeño que nunca serĂĄ mayor; y a la inversa, el mundo convergente acusaba a ERC de una inquina que no podĂan entender, y eso se fue enquistandoâ
Por tanto tampoco deberĂa sorprender que de vez en cuando cruzaran crĂticas. Especialmente ahora, con ERC en el Govern, cuando se pasan facturas por lo vivido en estos Ășltimos años: mientras Oriol Junqueras se quedĂł y pagĂł su pena en la cĂĄrcel, Carles Puigdemont huyĂł para intentar seguir mandando en la distancia. Sin embargo, ha habido un punto de inflexiĂłn.
Primera campanada. DĂa 15 de marzo. Gabriel RufiĂĄn ataca sin miramientos a ConvergĂšncia: âEran señoritos que se creĂan James Bond (âŠ) simplemente para hacerse un selfie en segĂșn quĂ© despachosâ, algo que ha calificado de âuna frivolidad terribleâ. A pesar de decir que se estaba conteniendo, lo que RufiĂĄn hizo fue dar por buenas las informaciones que durante años publicaron los medios conservadores, denunciando la injerencia rusa en el âprocĂ©sâ.
La respuesta desde el espacio postconvergente fue bastante rotunda, incluyendo una queja oficial del vicepresidente al president Jordi PuignerĂł a Pere AragonĂšs. No se puede decir que haya una ruptura total en el polo soberanista, pero casi.
Segunda campanada. Dos dĂas despuĂ©s, el 17 de marzo, la Generalitat publicaba un macrosondeo cuyo trabajo de campo se habĂa hecho en diciembre y en el que se registraba el menor apoyo ciudadano al independentismo catalĂĄn en una dĂ©cada. SegĂșn esos datos, el 39% de los catalanes defiende la independencia (que sigue siendo una cifra enorme), mientras el 53% la rechaza.
Y no se trataba de algo menor, sino del trabajo del Centre dâEstudis dâOpiniĂł, el equivalente al CIS en Cataluña, controlado por la Generalitat. El barĂłmetro, en el que normalmente se contemplaba esa cuestiĂłn, lleva sin publicarse desde mayo del año pasado, pero sirve para retratar bien cĂłmo se fraguĂł el procĂ©s cambiando por completo el sentir de la mayorĂa de la ciudadanĂa catalana.
Tercera campanada. Ha pasado algo mås inadvertida, pero es también simbólica: el Juan Sebastiån Elcano, buque escuela de la Armada, amarró en Barcelona tras 18 años sin hacerlo, con la protesta de los independentistas.
Cuarta campanada. Justo el mismo tiempo, 18 años, hacĂa que no sonaba la campanada mĂĄs audible de todas: la de la SelecciĂłn española de fĂștbol jugando en Barcelona.
Esta Ășltima campanada se fue preparando en enero, cuando la RFEF lo anunciĂł: serĂa para un partido amistoso contra una selecciĂłn menor, y no serĂa en el Camp Nou sino en el mucho mĂĄs proclive estadio del Espanyol (sic) de Barcelona. Pero era el fin de una ausencia muy notoria.
Y es que precisamente el fĂștbol es arma polĂtica de primer orden. Basta recordar que en no pocas finales de Copa del Rey disputadas por el Barça en los Ășltimos años se ha pitado el himno, en presencia del monarca, y eso estando en ciudades fuera de Cataluña. Del mismo modo, cuando Ciudadanos era el principal partido de la oposiciĂłn llevĂł una pantalla gigante a la calles de Barcelona para seguir la Eurocopa. Era 2016, y tanto el procĂ©s como Ciudadanos seguĂan vivos.
Con todos esos ingredientes, la campana tañó por tercera vez: casi 40.000 personas âcantaronâ el himno en Barcelona. El partido fue mediocre, pero era lo menos importante del dĂa.
â€ïžâđ©č Punto dos: la estrategia de choque de dos nacionalismos
AsĂ las cosas, hay una ruptura polĂtica del polo soberanista, un cambio de sentir en la sociedad catalana y un re-acercamiento de los sĂmbolos españoles a Cataluña, desde el EjĂ©rcito hasta el fĂștbol. Y todo ello en apenas dos semanas que cierran una herida de mĂĄs de una dĂ©cada.
Pero para curar de verdad las lesiones conviene saber cĂłmo se producen. Y el origen de todo estĂĄ en la combinaciĂłn de tres factores unidos en el tiempo: la desafecciĂłn por una voluntad polĂtica no reconocida, la necesidad de ocultar los casos de corrupciĂłn y la difĂcil gestiĂłn polĂtica de la crisis econĂłmica. Aunque en realidad todo habĂa empezado unos años antes, un 13 de noviembre de 2003, cuando un JosĂ© Luis RodrĂguez Zapatero reciĂ©n llegado a la secretarĂa general del PSOE se comprometĂa a reformar el Estatut en el acto central de la campaña del PSC.Â
Tres dĂas despuĂ©s ConvergĂšncia perdĂa la mayorĂa y, por primera vez, Cataluña tenĂa un gobierno de signo polĂtico diferente. Fueron dos legislaturas de convulsiĂłn, pero tambiĂ©n de cambio. La oposiciĂłn, tanto la de Cataluña como la de Madrid, vio como durante años la regiĂłn se habĂa convertido en un granero de votos socialistas.
El 28 de junio de 2010, y tras años de tensiones y recursos, el Tribunal Constitucional recortĂł el Estatut. A pesar de que la corrupciĂłn ya empezaba a asomar por el horizonte convergente, el 28 de noviembre de ese año Artur Mas reconquistĂł la Generalitat, e hizo de la lucha por el Estatut su primera gran reivindicaciĂłn. Rajoy ganarĂa con mayorĂa absoluta unos meses despuĂ©s tras haber hecho campaña contra Ă©l durante meses.Â
Con el foco puesto en la crisis econĂłmica, Cataluña se convirtiĂł en el argumento perfecto para aunar voluntades polĂticas a uno y otro lado mientras arreciaban los recortes. Para cuando ambos presidentes se reunieron en La Moncloa el 20 de septiembre de 2012 ya estaba todo roto entre ellos, y sobre esa grieta edificarĂan sus mandatos. El nacionalismo es una hoja con dos caras, y de la misma forma que se disparĂł en Cataluña tambiĂ©n lo hizo en el resto de España.
La historia del procĂ©s es la de un enorme desencuentro social que desgajĂł voluntades en dos frentes. Se sucedieron las manifestaciones en Madrid y en Barcelona, alentadas por discursos incendiarios. Empezamos a acostumbrarnos a tĂ©rminos propios de otros tiempos y latitudes: âpresos polĂticosâ, âderecho a decidirâ, âvĂa unilateralâ, âreferĂ©ndum de autodeterminaciĂłnâ, âguerra suciaâ, âpolicĂa patriĂłticaâ. Se echĂł tanta leña en aquella hoguera que el incendiĂł acabĂł por ir devorando, uno a uno, a todos los implicados.
Artur Mas tuvo que dejar la polĂtica porque las CUP se cobraron su cabeza. Su sucesor lleva años huido del paĂs. La gestiĂłn del procĂ©s debilitĂł a un Rajoy al que la corrupciĂłn le dio la puntilla. CiU se rompiĂł primero y ConvergĂšncia desapareciĂł despuĂ©s. Ha habido cĂĄrcel, antidisturbios y fondos reservados. Esquerra gobierna y, tras la deriva de ConvergĂšncia, ha sido su posibilismo lo que ha dado la puntilla al procĂ©s. Para empezar, porque hicieron posible la mociĂłn de censura que dio inicio al mandato de SĂĄnchez.Â
đ€ Uniendo los puntos
Tras toda guerra (polĂtica, en este caso) suele llegar la paz. E igual que hay guerras que son frĂas porque no llegan a estallar aunque sean latentes, tambiĂ©n hay paces que no son tal cosa, porque sigue habiendo tensiĂłn. Es cierto que el PSOE ha empeñado parte de su capital polĂtico en solucionar el âprocĂ©sâ. De ahĂ los indultos a los presos, la creaciĂłn de una mesa de negociaciĂłn o la permisividad con ciertos desplantes de ERC en votaciones fundamentales para el devenir de la legislatura.
Por su parte, ERC se ha apuntado a una polĂtica mĂĄs posibilista con la que pretende dar un paso atrĂĄs para poder retomar impulso. Por el camino consigue desplazar a la postconvergencia, que sigue partida por el âexilioâ de sus lĂderes y el peso de la corrupciĂłn. AdemĂĄs, se lleva algunas concesiones desde Madrid que, si bien no responden a sus reclamaciones, sĂ les auguran un futuro mĂĄs favorable.
AsĂ las cosas, ni Esquerra es un socio fiable para el PSOE, ni el PSOE puede dar por cerrado el conflicto con Cataluña. Es mĂĄs, el âprocĂ©sâ fue la manifestaciĂłn mĂĄs evidente y sangrante de una pulsiĂłn polĂtica que siempre ha existido. Y, como sucede en el PaĂs Vasco, es cĂclica: hay Ă©pocas de mayor tensiĂłn y Ă©pocas mĂĄs tranquilas. Ahora el foco polĂtico estĂĄ en otras cosas, pero no es descartable que regrese⊠aunque cabe esperar que lo haga de una forma menos rupturista.
Ănimo con la semana, te escribo en unos dĂas đđ»