👑 Cosas de reinas
Hablábamos de reinas, y vamos con una posible pretendiente al trono: la candidata Calviño.
✏️ 11.500 palabras ⏱️ 9 minutos
👋🏻 Saludos, votantes,
Ha pasado una cosa desde la última vez que os escribí: Twitter está tomando un rumbo raruno. ¿Y qué tiene que ver eso contigo o con el tema monárquico que empezábamos entonces? Nada. Pero ha provocado que migre este boletín desde Revue -que es de Twitter y podría cerrar- a Substack. En principio no debería implicar cambio alguno para ti, pero para que sepas que igual sí notas cosas distintas. Espero que te guste la nueva morada y que estemos todos los que teníamos que estar. Ya se sabe: las migraciones las carga el diablo.
Y, ahora sí, al lío 👇🏻
🍼 Punto uno: juego de tronas
Hablábamos en el último boletín de que en un año la heredera al trono cumplirá la mayoría de edad, que eso implica que tiene que jurar la Constitución y que para eso las Cortes tienen que estar constituidas y activas. Y de que había un poco de lío porque las fechas vienen regular con el ritmo de la legislatura.
Pero más allá de todas las dudas legales que eso implica1, hay otra cuestión que quería abordar hoy: la de quiénes encabezarán las candidaturas de cada partido en el medio plazo. Porque sí, a corto parece todo bastante claro, excepción hecha del ‘espacio-político-a-la-izquierda-del-PSOE’® que se supone que encabezará Yolanda Díaz pero que bien podría acabar contando con otra escisión encabezada por Irene Montero. Capaces son.
Pero si saltamos en el tiempo a un medio plazo se dibujan otros escenarios. Si el PP no consiguiera gobernar quizá Isabel Díaz Ayuso le mueva (más) la silla a Feijóo. Si Vox se derrumbara quizá Macarena Olona le dispute (más) el espacio a Abascal. De Ciudadanos no hablo porque si no logra representación dudo que ni Francisco Igea tenga empuje para hacer lo que Arrimadas no ha sabido, querido o podido hacer.
Las expectativas y contextos son diferentes en cada uno de los bandos, como también son distintos los grados de amenaza que afrontan. O, incluso, de dónde viene esa amenaza. Las hay internas (en el PP) y de ‘ex’ despechados (Vox y las izquierdas).
Como suele pasar en política, son cuitas casi infantiles que suelen llevar a restar mucho más que a sumar. Pataleos desde una trona aspirando a llegar a un trono.
Pero, ¿qué dicen las encuestas? Apuntan a que el PP de Feijóo ha ido escalando, pero con cierta irregularidad e incluso con nubarrones en el horizonte. También que Vox se desinfla. Y a que el PSOE más plácido en micho tiempo, está estable. Y eso a pesar de gobernar en coalición, haber pasado una pandemia global y afrontar una crisis económica mayúscula.

🙎🏻♂️ Punto dos: la calma interna de Pedro Plácido Sánchez
Pero como en las historias de Goscinny y Uderzo, ‘una aldea poblada por irreductibles galos resiste, todavía y como siempre, al invasor’. Y, contra todo pronóstico por su trayectoria histórica, esa aldea gala que resiste a las peleas por el poder es el PSOE.
Pensarás que claro, que gobernar es lo que tiene, porque es verdad que ni a Felipe González ni a José Luis Rodríguez Zapatero les movieron la silla hasta el final. Pero también es verdad que Pedro Sánchez puede que sea el líder socialista con menor contestación interna de la historia reciente. En su caso la cosa fue al revés: en lugar de ser aclamado primero y luego discutido, él primero fue destruido y luego ya respetado.
La cabeza de Susana Díaz clavada en una pica política a la puerta de Ferraz es un potente aviso para navegantes, pero no deja de ser llamativo que en un partido con una tradición interna tan cainita ahora reine la calma chicha.
Por no haber no hay ni rastro de tensiones. Nada de las épocas de los Guerra, Almunia, Bono, Chacón, Gómez o tantos otros. Las voces más discrepantes que se escuchan ahora mismo son las de Javier Lambán y Emiliano García-Page, y por distintos motivos ni siquiera inquietan. Es lo que tiene hacerte un partido a la medida.
Pero el tiempo de Sánchez se acaba. No tiene por qué ser en las próximas elecciones, pero en algún momento terminará. Y, por lo que parece, se está haciendo hueco en el panorama internacional con un perfil de peso político: está al frente de la Internacional Socialista, con más que buen rollo con la presidenta (conservadora) de la Comisión Europea y con la presidencia de turno del Consejo de la UE como colofón a su mandato… ¿y lanzadera?.
Porque cuentan que nada de esto es casual. Como tampoco que se esfuerce por desenvolverse bien en saraos internacionales. Casi nadie abandona La Moncloa queriendo, pero es posible que su destino posterior esté fuera de España. Y es que la diplomacia también sirve para esas cosas.
Basta ver imágenes de cómo nos ha ido con líderes anteriores y compararlo con su posado, con gesto circunspecto, junto al corro de líderes occidentales en el G20. En algo tenía que notarse que al fin tenemos un presidente que habla inglés.
Y si encuentra acomodo internacional, sólo faltaría buscar alguien que le sustituyera en la candidatura a la presidencia del Gobierno.
👩🏼 Punto tres: ¿y si es Calviño?
Seguramente ahora mismo estés pensando “no”. Yo también lo pensaba, pero justo escribiendo esto veo que no soy el primero que lo barrunta. Hasta Iván Redondo bordea el tema. Así que vamos a jugar, que la política ficción hay que hacerla porque no se hace sola.
Empecemos por lo evidente: la vicepresidenta es quizá el perfil menos esperable de cara a una eventual sucesión en el PSOE. En primer lugar porque su aproximación al partido ha sido tardía -no es militante-, y no ha cristalizado hasta el muy reciente Congreso de Valencia. En segundo lugar, porque es conservadora en lo económico para los estándares del partido. Y podríamos seguir pensando que, de cara a buscar sinergias con el espacio a la izquierda del socialismo, su relación con Yolanda Díaz no ha sido siempre la mejor.
Además, no es que sea mala oradora, pero no es carismática. Ahora bien, no hace falta ser un mago de la telegenia para convencer, y menos cuando es una fórmula un poco agotada en estos días. Sirva como ejemplo, y quizá como punto de inflexión, su progresivo empuje político en el Congreso, que se hizo visible el día que provocó el aplauso de toda la izquierda al replicar a Vox.
Siguiendo con los ‘peros’, es verdad que el desgaste del Gobierno puede pasarle factura. Pero, a falta de que se vaya dibujando el devenir de los próximos meses, es evidente que la economía española está aguantando mucho mejor de lo esperado con todo lo que está pasando: el paro no se ha desbocado, la inflación no está tan mal como en otros sitios y los programas de protección social parecen funcionar.
Y la clave es esa: las elecciones del año que viene irán de economía. No de memoria histórica, ni de renovación judicial, ni de las penas del ‘procés’, ni del modelo de Estado, ni de si en Cataluña se habla más o menos español. La crisis que viene lo va a engullir todo otra vez, y ante las turbulencias económicas los electores pueden refugiarse en la ilusión -que marida mal con la política actual- o en la gestión. Y ahí estará la batalla por el relato.
Por lo pronto, Feijóo tomó las riendas del PP por su imagen como gestor en medio de tanto caos. No en vano, era el más rajoyista y el más tecnócrata. Justo ahí es donde el PSOE está intentando hacer daño ahora mismo, atacando ese perfil de buen gestor que se le presupone. Y la guinda a ese pastel bien puede ser contraponer otro perfil tecnócrata y de gestión como es el de Calviño.
Además, ya salió bien la cosa años atrás, en los albores de otra crisis descomunal, con aquel debate en el que Solbes ganó unas elecciones para el PSOE. Aunque ahora sabemos que Pizarro resultó tener razón…
La otra clave es arañar votos al centro, y Calviño puede hacerlo con el perfil que tiene. Son los votos que quedan del naufragio de Ciudadanos, de quienes están en una posición centrista pero espantados por la influencia de Ayuso en el PP y, sobre todo, de todos aquellos que se mueven entre dos aguas a la hora de votar y la mayoría de veces ni siquiera votan. Justo esa España que, como Calviño, puso cara de no entender nada cuando Pablo Iglesias dijo lo de ‘Paca la Piraña’ en el Congreso.
No estar en el ala izquierda del PSOE también puede desencantar a ciertos votantes, pero en una lógica política de bloques puede ser un sacrificio asumible: el socialismo no puede permitirse ahora mismo ahogar el espacio que hay a su izquierda.
Es una mera cuestión estratégica: compitiendo por el centro debilitan a sus contrarios ideológicos y dan aire a sus socios potenciales. Tal como están las cosas, ese espacio disputado por Podemos y Sumar no es ahora mismo una amenaza para ellos y les van a necesitar si quieren gobernar.
No se trata, por tanto, de ganar toda la izquierda, sino que la izquierda sume más que la derecha. Y en Calviño, con un perfil muy distinto en casi todo al de Yolanda Díaz -o, más aún, al de Irene Montero- puede funcionar. Cada una tiene un público destinatario, un marco ideológico y unas generaciones distintas con las que conectar. Gestión de un lado, sentimiento del otro: son distintas en formas, talante, carisma y hasta ideología. La némesis a lo que suponen el tándem Feijóo-Abascal en el espacio conservador.
Así las cosas, la candidatura de Calviño a corto o medio plazo suena descabellada, pero tiene sentido estratégico en el medio. Otra cosa es que en la lógica electoral las cosas tengan sentido o estrategia…
Por cierto, y aunque será difícil alcanzar un nivel de complicidad comparable, ella también se mezcla con Lagarde. Vale que eso no le valió para presidir el Eurogrupo, pero a ser que lo de hablar inglés viene bien, así en general.
🤔 Uniendo los puntos
Siendo realistas, parece que el trono se lo disputarán ahora mismo dos aspirantes a rey. Pero el escenario de una competición política exclusivamente femenina (Ayuso, Olona, Díaz, Arrimadas), siendo una quimera, es más verosímil de lo que nunca antes fue.
Llegados a este punto fíjate en que entre los puntos a favor de Calviño no he mencionado que es mujer. Y, la verdad, ha sido intencionado. La figura femenina en política es al fin un valor al alza por sí mismo y no por el género. Y sucede no sólo en primeras líneas -que siempre ha sido complicado-, sino también en las de detrás. Lo demuestra, por ejemplo, que PP, Vox y Ciudadanos se peleen por activos como Cayetana Álvarez de Toledo o Begoña Villacís.
Ya va siendo hora de que el trono sea también cosa de reinas.
Me contaba Miguel Ángel esto al hilo del último boletín 👇🏻
La solución que se propone para conjugar ambas fiestas por parte de Luis Cazorla (que es el secretario general que organizó el anterior juramento) es que, caso de que no haya disolución anticipada, aun habiéndose puesto en marcha el disparador automático, las Cortes Generales continuarían en plenitud hasta el 10 de noviembre, no entrando así en funcionamiento la Diputación Permanente. Está explicado aquí, que hace un comentario de este libro.
Ahora sí, descansa que te escribo de nuevo en unos días 👋🏻